Tras celebrarse la Fiesta del Cine y conocerse los datos oficiales de recaudación, hay algunas cosas que vale la pena reflexionar. No se trata de posicionarse en un sitio o en otro, sino de intentar ver las cosas con perspectiva.
El dato oficial del que se dispone es que se han vendido 1.513.958 entadas durante estos tres días. El reparto fue de unas 375.000 entradas el lunes, 494.351 localidades vendidas el martes, y algo más de 644.000 el miércoles. Por lo que parece, el efecto llamada fue progresivo (además, el miércoles es el día del espectador y hay cierta costumbre de ir al cine ese día).
A partir de ahí, los “anecdatos” nos sobran, porque no aportan nada. De poco sirve decir que la venta de entradas es un 663% más que durante el lunes, martes y miércoles de la semana anterior. O que asistireron un 98% más de espectadores que en la edición de 2012. Y digo que estos datos aleatorios no aportan nada porque estas comparativas son absurdas. Hay muchas variables que pueden influir en la asistencia a las salas. Por supuesto que una oferta así va a disparar la afluencia de público, pero también influyen la climatología, las películas en cartel… Lo mismo ocurre con la comparativa respecto al año anterior, que si bien se celebró en fechas similares (22 al 24 de octubre), tenía condiciones diferentes, como la compra de una entrada durante la semana anterior. Estas afirmaciones son similares a las que afirmaban que el cierre de Megaupload había propiciado el regreso de los espectadores a las salas, simplemente comparando la misma semana de dos años.
Si analizamos un poco la cifra de espectadores, como bien han hecho los amigos de Videodromo, vemos que el millón y medio largo de asistentes, a 2,90€ la entrada, dan un total de 4.390.478€. Como apunta el mismo artículo, se habían adherido a la promoción 323 cines en toda España. Y esos cines suponen 2.924 pantallas. Así que si nos ponemos a dividir, resulta que a cada sala han asistido 517,76 espectadores a lo largo de los tres días. Si seguimos dividiendo, cada día serían 172,59 asistentes, y eso sin contar con el número de sesiones que hay en cada sala a lo largo del día. Visto así, los resultados no parecen tan abrumadores.
Hay que tener en cuenta que estamos calculando la media. Mientras que estrenos como Gravity, Capitán Phillips o Las brujas de Zugarramurdi han acaparado la atención de los espectadores, aún perduran películas en cartel como Justin y la espada del valor o El médico alemán. Aquí sería más interesante averiguar otros valores como la mediana de espectadores en las salas, así como los cuartiles.
Dejamos para el final el punto más polémico de todo este asunto: ¿es más rentable una afluencia masiva de espectadores como los de la Fiesta del Cine a precio reducido o aún así les sale más a cuenta a los productores mantener los 9 eurazos que vale la entrada? Bien, aquí no podemos generalizar. En lo tocante a exhibición, el cine es heredero de la industria del espectáculo. La entrada vale lo mismo, da igual que veamos Avatar o Clerks. Asímismo, el reparto entre productora, distribuidora y exhibidora pueden variar, por lo que la fórmula para alcanzar la rentabilidad no es universal.
Del mismo modo, ya comenté hace poco que las Industrias Culturales adolecen de una cierta inelasticidad en la demanda, no tanto por el precio de la entrada como por el tiempo disponible. En Xataka explican que, promociones aparte, no hay correlación (ni positiva ni negativa) entre el precio de la entrada y la asistencia a las salas. De hecho, ni siquiera se puede hablar de elasticidad de la demanda cuando los títulos se renuevan cada semana en la cartelera.
En el caso de la Fiesta del Cine, ha habido un claro efecto llamada. Se trataba de un evento único durante el año, y mucha gente no ha dudado en aprovecharlo. Conozco gente que ha visto 5 e incluso 9 películas en estos tres días. Claro que también sé de quienes han visto “sólo” 2, o incluso ninguna al desanimarse tras ver las interminables colas. Los casos de más de una película al día serían imposibles de mantener en el tiempo indefinidamente. Responden a una situación que no se va a repetir. Al menos hasta la próxima edición del evento.
Eso no significa que los precios de las entradas no sean abusivos. Una reducción discreta en el precio provocaría una mayor afluencia a las salas, especialmente en el corto plazo. Sería también una medida que beneficiaría más a las producciones modestas que a los grandes blockbusters. Porque cuando se estrene la nueva entrega de El Hobbit, todos los frikis iremos (yo incluido) en masa a verla, y nos dejaremos la pasta, probablemente con el recargo del 3D y del sistema de 48fps. Pero hay muchas buenas películas que generan cierta curiosidad pero para las que el precio de la entrada sí que tiene un efecto disuasorio.
Curiosamente, la Fiesta del Cine se celebra en una época del año plagada de ese tipo de películas.