Robocop: la trilogía

Con motivo del reciente estreno del remake de Robocop, he querido hacer un repaso de la película original de 1987 y de las dos secuelas que hubo en los años 1990 y 1993. Por desgracia, los vídeos que quería poner, y que podían verse en en algunas de mis entradas anteriores (1 y 2) ya no estaban disponibles por motivos de copyright. Entiendo que al haber pasado más de 20 años desde la última entrega, no tiene sentido morderse la lengua por el tema de los spoilers y era mejor poder comentar con detalle algunos aspectos. Como siempre, vuestras opiniones, correcciones, dudas, etcétera, son bienvenidas en los comentarios.

Robocop (1987)

  • Dirección: Paul Verhoeven
  • Guión: Edwar Neumeier y Michael Miner
  • Música: Basil Poledouris
  • Productora: Orion Pictures
  • Intérpretes: Peter Weller (Alex Murphy/Robocop), Nancy Allen (Anne Lewis), Dan O’Herlihy (Presidente OCP), Ronny Cox (Dick Jones), Kurtwoos Smith (Clarence J. Bodicker), Miguel Ferrer (Bob Morton), Felton Perry (Donald Johnson)

En un futuro no muy lejano, la ciudad de Detroit está sumida en la crisis financiera y la delincuencia es un problema que desborda a la policía. Vamos, como Detroit en la actualidad. La corporación OCP (Omni Consumer Products) planea construir un nuevo barrio en el viejo Detroit bautizado com Ciudad Delta. Además, ha firmado acuerdos con la policía y tiene en desarrollo varios proyectos de alta tecnología para ayudar a las fuerzas del orden en la erradicación del crimen. Uno de estos proyectos es RoboCop, un cyborg mitad hombre mitad máquina. Bajo la armadura de metal se esconde Alex Murphy, un policía recién trasladado de distrito por la OCP y que ha sido brutalmente asesinado por la banda de Clarence Bodicker. Como miembro de la policía, el cuerpo de Murphy es legalmente propiedad de la OCP. Aunque la compañía ha borrado la memoria de Murphy y en su lugar han implantado las directrices del programa, los recuerdos del policía no tardarán en aflorar…

Robocop fue el debut en Hollywood del holandés Paul Verhoeven (Desafío total, Starship Troopers), que ya contaba con una dilatada carrera en su país natal y dos años antes había estrenado su primer largo rodado en inglés, Los señores del acero. Detrás de la violencia extrema que roza la comedia negra (cómo olvidar la brutal muerte de un ejecutivo de la OCP durante la demostración del ED-209, una de las muertes más estúpidas del cine) nos encontramos con una mordaz crítica sobre la sociedad consumista norteamericana y un futuro que resulta clarividente.

Robocop

(c) Orion Pictures / MGM

Porque el trasfondo de Robocop tiene mucha miga. Una gigantesca corporación, especializada en mercados de alto riesgo (esploración espacial, defensa militar, cárceles…) ha firmado un convenio con la ciudad. Esto supone la privatización de un servicio público esencial como el de la policía, que ya es todo un negocio: el programa ED-209, tras patrullar por las calles del viejo Detroit, se vendería a los ejércitos de todo el mundo. A cambio de ayudar a la sobrepasada policía, la OCP podrá construir Ciudad Delta, que también estará bajo su administración. Todo un pelotazo urbanístico (y antidemocrático), no sólo por el negocio inmobiliario sino por los negocios añadidos (e ilegales) que conlleva, como le explica Dick Jones a Bodicker en una escena de la película.

El uso de spots televisivos era una marca de la casa de Verhoeven. Destaca el anuncio del SUX 6000 y esa parodia de “la tradición americana”. Además, las ráfagas de noticias ayudan a contextualizar la película para darnos cuenta del tipo de futuro en el que nos encontramos. Un futuro que se ha hecho realidad en gran medida: crisis económica (Detroit está literalmente en la ruina), privatización de servicios públicos…

Lo cierto es que el diseño de Robocop ha aguantado muy bien el paso del tiempo, y a día de hoy resulta todo un icono. Robocop se ha ganado un puesto de honor en el imaginario fantástico de finales del siglo XX. La cinta está llena de imágenes que son todo un clásico, como la detención de los delincuentes que pretenden violar a una mujer, la caída por las escaleras del ED-209, y un largo etcétera.

Robocop 2 (1990)

  • Dirección: Irvin Keshner
  • Guión: Frank Miller y Walon Green, basado en una historia de Frank Miller y en los personajes de Edwar Neumeier y Michael Miner
  • Música: Leonard Rosenman
  • Productora: Orion Pictures
  • Intérpretes: Peter Weller (Alex Murphy/Robocop), Nancy Allen (Anne Lewis), Dan O’Herlihy (Presidente OCP), Belinda Bauer (Dr. Juliette Faxx), Tom Noonan (Cain), Gabriel Damon (Hob), Felton Perry (Donald Johnson)

Ante el éxito de la primera parte, es normal que Orion Pictures quisiera explotar el filón. De hecho, Robocop parece de por sí un personaje de cómic, un superhéroe destinado a protagonizar una película tras otra. A pesar de no contar con Verhoeven en la dirección (a la sazón ocupado en Desafío Total), las expectativas eran muy altas, ya que su sustituto era Irvin Keshner (El imperio contraataca), y el guión corría a cargo de Frank Miller.

Sin embargo, los problemas empezaron precisamente en el guión. El primer borrador se calificó de irrealizable y hubo que reescribirlo. Miller se enfurruñó y se apartó del mundo del cine hasta que hizo Sin City junto a Robert Rodríguez. También adaptó ese primer borrador el el cómic Frank Miller’s Robocop. El borrador reescrito junto a Walon Green fue el que se rodó. Repasemos la historia:

Detroit continúa hacia su ruina económica, y por su parte la OCP prosigue con su proyecto Ciudad Delta, que dentro de poco empezará a construir. Las calles del viejo Detroit están repletas de yonkis y vandalismo callejero, en parte debido a la huelga salvaje de la policía (ya que la OPC, que es la institución que la regula, ha recortado los salarios y eliminado las pensiones). Hay una nueva droga altamente adictiva, el Nuke, cuya distribución monopoliza el narcotraficante Caín y su banda (que incluye a su novia, a un chico de unos 12 años que suelta tantas palabrotas como Eddie Murphy o Richard Pryor, y a un policía corrupto que tienen de topo). Para limpiar las calles, la OCP está desarrollando un nuevo prototipo de Robocop. En el colmo de la originalidad, este nuevo proyecto se llama Robocop 2, que además tendrá un sistema de comandos con interfaz Mac-OS, en vez de la de MS-DOS del primer prototipo (para que se vea que es más moderno… y que Apple es el mal). Pero no logran dar con el candidato adecuado. Por su parte, el primer Robocop, ahora de color azulado como se pensó para la primera entrega, se resiste a desprenderse de los recuerdos de su vida anterior.

Robocop 2

(c) Orion Pictures / MGM

A pesar de la ausencia de Verhoeven, la cinta mantiene algunas señas de su predecesora, como el uso de anuncios en clave satírica y de bloques de noticias que nos dan pistas sobre lo que está ocurriendo. Por ejemplo, el ED-209 es un modelo que se ha vendido a varias ciudades pero ocasiona demasiadas molestias, de ahí que se busque una alternativa. También hay abundantes dosis de violencia y humor negro, aunque no tienen el toque que le dio el director holandés.

Así, el alcalde de Detroit (interpretado por Willard E. Pugh) resulta un bufón estereotipado al que es imposible tomar en serio cuando la historia lo requiere. Igualmente lamentables resultan los momentos en los que Robocop, debido a las cientos de directrices que han añadido a su programa, es incapaz de actuar como un policía y en su lugar se dedica a dar lecciones de moral que harían sonrojar al He-Man de la serie animada de la Filmation.

El guión, por su parte, tiene un serio problema de ritmo. La trama en la que Robocop renuncia definitivamente a su identidad humana, aparte de que no me resulta creíble, se resuelve en el prime acto, cuando habría sido mucho más interesante mantenerla hasta el clímax de la cinta. Y la parte en la que Robocop se convierte en un instrumento de relaciones públicas, aunque está justificada por el guión para que así haya motivos para desarrollar el Robocop 2, detiene la acción, y durante un buen rato dejamos de lado a Caín y su imperio del Nuke.

Por último, los personajes están demasiado salidos de madre, claro que siendo Frank Miller el guionista no es de extrañar. Tenemos a un Macaulay Culkin con la frialdad de un psicópata y que no para de soltar tacos, hasta su presunta redención cuando es masacrado por Robocop 2. La Dra. Juliette Faxx, impulsora del proyecto Robocop 2, es una villana de opereta a la que sólo le falta acariciar un gato persa o remover un caldero, y que para colmo es una mala puta que ha llegado a donde está acostándose con el presidente de la OCP. En la primera parte, Bob Thorton (desarrollador del programa Robocop), es un ejecutivo trepa que sabe aprovechar el momento, y que al principio hasta nos cae simpático. Por último, el presidente de la OCP, el old man, ha pasado de ser un tipo moralmente ambiguo pero simpático a convertirse en un hombre sin escrúpulos. Lo mismo ocurre con Donald Johnson, que en Robocop era el amiguete majete de Bob Thorton y ahora es uno de los Vicepresidentes de la OCP con las mismas malas pulgas que Dick Jones.

El éxito de Robocop 2 en la taquilla norteamericana fue moderado, recaudando 15 millones de dólares en su primer fin de semana, menos de la mitad de su presupuesto, que fue de 35 millones. Con todo, sólo en Estados Unidos fue capaz de recuperar la inversión, lo que sumado a las ventas en vídeo hizo que Orion Pictures se embarcase en una tercera parte.

Robocop 3 (1993)

  • Dirección: Fred Dekker
  • Guión: Frank Miller y Fred Dekker, basado en una historia de Frank Miller y en los personajes de Edwar Neumeier y Michael Miner
  • Música: Basil Poledouris
  • Productora: Orion Pictures
  • Intérpretes: Robert Burke (Alex Murphy/Robocop), Nancy Allen (Anne Lewis), Bruce Locke (Otomo), Remy Ryan (Nikko Halloran), John Castle (Paul McDaggett), Jill Hennesy (Dra. Marie Lazarus), Felton Perry (Donald Johnson)

La última secuela de la franquicia (ya que los títulos de Robocop 4 y sucesivos son en realidad episodios de la serie) vio reducido su presupuesto con respecto a su predecesora, y eso se nota en el resultado. Se trata además de una cinta “más familiar” dentro de lo que cabe, pues se buscaba conectar con un público más amplio, y su calificación en los USA fue un PG-13 frente a la R de las dos primeras. Como colofón, Peter Weller, que ya había mostrado su descontento durante el rodaje de la segunda parte, finalmente no pudo participar en la tercera ya que el rodaje le coincidía con el de El almuerzo desnudo, en el que estaba participando.

Robocop 3 trancurre 5 años después de los hechos acontecidos en la segunda entrega. El proyecto Delta City había quedado en stand by debido a los problemas generados por el enfrentamiento de los dos colosos al final de la cinta anterior. Los costes de la batalla han llevado a la OCP al borde de la bancarrota, y sólo la absorción por parte de la nipona Kanemitsu ha conseguido evitarlo. Con un nuevo respaldo para hacer realidad el proyecto, la OCP ha creado el cuerpo paramilitar de Rehabilitadores Urbanos (Rehabs), comandados por Paul McDaggett. Pese a la imagen que ofrecen los medios de ellos, los Rehabs están deshauciando a los habitantes del barrio de Caddillacs Heights en el viejo Detroit, para poder comenzar las obras de Delta City. Nikko es una pequeña geek de apenas 10 años, que durante el desalojo de su casa pierde a sus padres y acaba bajo el cuidado de un grupo de resistencia. Durante un paseo de reconocimiento, Robocop se enfrenta a los Rehabs, aunque debido a su directriz 4 (han vuelto a programarlo con sus 4 directrices básicas) no puede atacarles. Lewis resulta herida en el efrentamiento y finalmente muere. A partir de aquí la película se convierte en la búsqueda de venganza. Por su parte, la corporación Kanemitsu ha enviado a Otomo, un misterioso negociador…

Robocop 3

(c) Orion Pictures / MGM

Miller, que volvió a encargarse del guión, rescató tanto algunas ideas descartadas de la segunda parte, por ejemplo el personaje de Nikko, como algunos de sus otros personajes, que recicló convenientemente para esta historia, siendo el ejemplo más claro el androide Otomo, basado en el Ronin del cómic. Resulta sorprendente que Miller volviese a colaborar con la franquicia teniendo en cuenta que se tuvo que rehacer el guión de Robocop 2 por inviable. Y más aún cuando estamos ante una película PG-13, más palomitera y con una violencia mucho más asumible. Ése es precisamente uno de los elementos que rechinan en esta tercera entrega. Tras dos cintas repletas de escenas de violencia en toda su crudeza, el tono de acción y aventura de esta tercera parte resulta insuficiente. Para colmo, tenemos de coprotagonista a una niña repipi fanática de los ordenadores (y de Robocop), dos ingredientes empalagosos de cualquier guión: los niños y la informática como sutitutivo de la magia.

Por otra parte, el presupuesto de esta película se había reducido con respecto a su predecesora y eso se nota en el resultado. Hay escenas de efectos especiales que cantan bastante, como los planos de Robocop volando en su reactor, o las cara de Otomo cuando se descubre que es también un robot.

Lo que no fue cuestión de presupuesto es el corto papel de Nancy Allen, quien exigió que su persojane falleciese en la primera mitad del film comon condición para encarnar a Lewis por tercera (y obviamente última) vez. Y aunque la muerte de Lewis es el leitmovit de Robocop para continuar, se podrían haber currado un poco la historia, ya que la poli rubia sufre una de las muertes más absurdas que nos podamos echar a la cara.

Por su parte, Robocop, que supuestamente se había despedido de su anterior vida, insiste en que lo llamen Murphy, aunque es un detalle sin importancia. En cuanto a la OCP, el presidente que conocíamos (the old man) se ha retirado y le ha sustituido un fantoche sin ninguna credibilidad, rodeado de directivos a la altura. Sólo permanece Donald Johnson, que ha sido ascendido (otra vez) a Vicepresidente y muestra una actitud de cretino, jugando a ser malo pero impotente y lameculos a la hora de la verdad.

La OCP intenta manipular la muerte de Anne Lewis para que la culpa recaiga en Robocop. Sin embargo, lo que podría ser una trama interesante en ningún momento llega a funcionar, y hasta los presentadores de las noticias se revelan contra semejante tergiversación como si fueran de Intereconomía. El clímax al final de la película es una batalla campal donde se resuelven todos los frentes, una forma rápida de cerrar la historia.

En resumen, esta tercera entrega terminó de destruir el personaje de Robocop tan brillantemente construido por Edward Neumeier y Michael Miner. A partir de ahí comenzó la explotación de la franquicia a través de la serie y las series animadas hasta que el remake finalmente vio luz verde.

Davinia, la concejala en contra del aborto

Desde que Gallardón anuncio el anteproyecto de la nueva ley del aborto, el tema no ha parado de comentarse en redes sociales y medios de comunicación. El Ministro de Justicia se basaba en una falacia argumental para justificar esta contrarreforma. Que cuando el PSOE cambió la ley nadie lo había pedido, dice, y ahora ellos la vuelven a dejar igual, que por lo visto era maravillosa. La contrarreforma en cuestión parecía no convencer ni siquiera a todos los miembros del partido. A pesar de lo cual, en una votación el pasado martes todos votaron el bloque.

Cabe decir que lo que se votaba era una proposición no de ley del PSOE para retirar el anteproyecto. Y una cosa es tener reservas sobre la futura ley en el seno del PP, pero otra muy distinta es votar lo mismo que el PSOE, faltaría más. Sólo le faltaba eso a Celia Villalobos, votar con los sociatas.

Así que la ley sigue adelante, con el consecuente malestar. Claro las hay que están de acuerdo con la reforma, como esta concejala del municipio murciano de Calasparra, de nombre Davinia Saorin, que lo decía así de clarito:

Bien, lo primero que debo manifestar es mi reserva a que esta individua sea representante en un ayuntamiento. Pero como el buen uso del lenguaje no implica inteligencia (ni al contrario), le concederé el beneficio de la duda. Ya ven, los murcianos no quieren independizarse, con lo fácil que lo tendrían.

Esta tipa es un claro exponente de la manipulación del debate que hay en torno a este tema. En primer lugar, no se trata de abortar o no, se trata del derecho a hacerlo. Quien no contemple el aborto como opción nunca lo pondrá en práctica. Quien sí esté a favor, lo contemplará como opción, tanto para sí misma como para casos de terceras personas. Hay quien entiende que el feto es una vida humana y por lo tanto el aborto es un asesinato y quien considera que la vida empieza en tras el parto. En eso será muy difícil llegar a ponerse de acuerdo.

En segundo lugar, el aborto es una opción. No la única opción. Dice Davinia que estamos en el siglo XXI y que disponemos de métodos anticonceptivos para evitar el embarazo, porque una mujer puede decidir cuándo desea ser madre. Hasta ahí bien, Davinia. Pero es que una ley menos restrictiva con el aborto (como la que todavía tenemos) no significa que se vayan a dejar de usar anticonceptivos como afirma más adelante esta concejala. ¿Por qué ese empeño en equiparar derecho al aborto con el viva la virgen? El derecho al aborto siempre deberá ir acompañado con una concienciación sobre la importancia del uso de anticonceptivos, no sólo por los embarazos sino por la posibilidad de contraer enfermedades de transmisión sexual. Y en el caso de que eso falle, que se garantice el derecho de la mujer de escoger si desea ser madre o no.

Una ley menos restrictiva con el aborto no obliga a nadie a abortar. Quien desee ser madre a pesar de las dificultades, podrá serlo. Y el hecho de tener clara la decisión de abortar no significa que sea algo agradable ni que se haga por diversión. Pero una ley restrictiva como la que se propone sólo pone trabas a una decisión legítima. Difícil pero legítima. Implica volver a los viajes a Londres como en los 60 o moverse por clínicas clandestinas y correr riesgos que a día de hoy son inncesarios. Pero eso les da igual a los provida ¿verdad? Porque en última instancia, se trata de dinero. Aborto sí, pero no con mis impuestos.

Anuncios hostiables: BiFrutas en el país de pijolandia

A través de Junco Hueco (gracias) descubrí el potencial como anuncio hostiable de esta infame pieza del refresco-zumo BiFrutas de Pascual, con la que amenizaban los descansos publicitarios de los partidos de la ACB hace un par de semanas. ¿No lo conocen? Pues vean, vean:

En el spot podemos ver cómo una adolescente, de las que papá le paga todos los caprichos y en un par de años estudiará en universidad privada, con gesto tímido le ofrece un BiFrutas al chico que le hace tilín usando la frase «¿Quieres un refresco?», porque claro, la estrategia de Pascual es colarnos el zumo en la categoría de refresco, que es más cool. El chico responde animado «¡Claro, uno de esos sanos!». A ver, alma cántara, que lo mismo no tienes edad para tomarte un botellín (y parece un poco pronto para atizarse un cubata) y me parece bien, pero que por beber una Coca-Cola o similar tampoco te vas a morir.

Una vez degustado el «refresco», la chica se viene arriba, y no me refiero a que se quede en sujetador y bragas, que es menor y podríamos acabar todos en la cárcel. No, lo que dice es «Venga, vamos a hacer un plan con tus amigos». Y como ya hemos dicho que la chica es de las de estudiar en un colegio de monjas (y acabar tomando los hábitos), pues no se crean que el plan es irse a hacer el Kale Borroka ni nada por el estilo. Ni un triste porrillo, ni una litrona ni nada. Los chicos lo que hacen es desplegar un cartel tamaño gigante desde la azotea de un edificio para que se vea en todo el barrio. ¡Guau, qué marchuki!

Pero ahí no acaba el planazo. El chico propone «¡y ahora vámonos de concierto!» y en un abrir y cerrar los ojos están todos en un escenario, con la chica micrófono en mano y el brick de BiFrutas en la otra. Sí que cunde para ser un cartón de 33cl. Visto el tono del anuncio, aunque no escuchemos la canción nos podemos imaginar que no están tocando nada de Iron Maiden, Rob Zombie, Marilyn Manson, Metallica, El Reno Renardo, La Polla Records… vamos, ni siquiera de Dover. Y eso que la chica está dándolo todo…

Lo cierto es que he de reconocer que a mí me han convencido. Si con un trago al BiFrutas los protagonisas viajan a ese mundo maravilloso de fantasía donde seguro que Mariano Rajoy nos ha sacado de la crisis y sólo falta que aparezcan unicornios, es que el zumo en cuestión (o refresco) está aderezado con alguna otra sustancia que no nos han contado.