(Re)Estreno de Escépticos en ETB

Anoche se emitió, por fin, el segundo programa de Escépticos, un proyecto creado por Jose A. Pérez, autor de ese maravilloso blog llamado Mi Mesa Cojea, cuyos comentarios son un hervidero de trolls a la altura del mismísimo Menéame. Somos muchos los que teníamos ganas de ver una nueva entrega de esta serie de reportajes tras haber visto el programa piloto titulado ¿Se llegó a la Luna? en el que se desmontaba la teoría de la conspiración lunar, esa que dice que todo fue un montaje.

El programa mezcla la divulgación y el entretenimiento. Como seña de autenticidad, es habitual ver a técnicos de sonido, cámaras, guionistas (el propio Pérez), etc en los planos, para indicarnos que no hay nada representado, que allí se va a grabar lo que salga. Mantiene el grafismo y el buen ritmo del primer programa, y cuenta con una amena banda sonora que nos ayuda a seguir el espacio. Y cómo no, está conducido por Luis Alfonso Gámez, periodista especializado en esto de desmontar falacias y autor del blog Magonia.

El programa emitido anoche llevó por título ¿A ti te funciona? y estuvo dedicado a las llamadas terapias alternativas: acupuntura, reflexología podal, flores de Bach, chacras… la homeopatía se dejó aparte, ya que tendrá su propio programa dedicado a ella. Si bien mantuvo todas las señas del piloto, eché en falta algo de profundidad. Al abarcar tantas terapias, el programa se basaba en contraponer los testimonios de los practicantes de estas terapias con declaraciones de personalidades del mundo científico. Le falto un poco de demostración, como se hizo en el programa de la conspiración lunar: por qué no aparecen estrellas en las fotos, el experimento de la pluma y el libro cayendo al suelo, las sombras divergentes… Imagino que en futuros programas, más centrados en un tema, se analizarán mejor determinados detalles. En cualquier caso, aquí os dejo con el programa. Podréis disfrutar de toda la temporada de Escépticos aquí.

Por mi parte, os dejo con el programa ¿A ti te funciona? Que ustedes lo disfruten.

 

Nueva entrada en El Ninho Naranja… sobre Justin Bieber!!

No sé cómo lo hago, pero aunque intento no apurar hasta final de mes para enviarles mi colaboración a los chicos de El Ninho Naranja, siempre se me va el santo al cielo y acabo esperándome a la última semana para mandarles mi trabajo. Así que imaginen cómo están conmigo Vic, Chisco y Mr. Nobody, los ideólogos de tan infame blog (no olviden votarles en los premios Bitácoras al mejor blog cultural).

Para vengarme de su tiranía, llevo todo el mes amenazándoles de que mi próxima colaboración con ellos hablaría sobre Justin Bieber. Más que nada, para retarles a ver si había redaños a publicar tres entradas en el mismo mes sobre el mismo tema, como ya nos pasó con Twitter o Juego de Tronos.

Estuve disfrutando del miedo que se les metió en el cuerpo. Y finalmente, cumplí mi palabra.

El título de la entrada se llama La sociedad de la información y el mito de Justin Bieber, y en realidad es tan sólo una reflexión sobre algunos de los tópicos que nos venden en estos tiempos de globalización e internet, como el de la desintermediación y la posibilidad de triunfar con sólo subir un vídeo a Youtube, como fue el caso de esa puta ladilla joven promesa canadiense del pop. En realidad, detrás del éxito de Bieber hay mucho de premeditado.

Pueden leer la historia completa en la entrada original. Confío en que les guste.

El anuncio de Nutella y la mochila pesada

La última campala televisiva de Nutella tiene un target bien definido: los escolares y, sobre todo, sus padres. Veamos el anuncio

Seguro que os suena. Como se puede ver, tiene un mensaje bastante claro: la crema Nutella es sana, nutritiva, y aporta la energía necesaria para poder aguantar el duro día a día de los niños (que no nos creamos los mayores que se pasan el día vagueando). Además, con mini-historia de amor de por medio, toda inocencia y puritanismo.

Lo curioso del asunto viene en esas estadísticas que da el anuncio. Además de patearse 1,2 km. para ir al colegio (y luego otros tantos para volver), la niña protagonista va cargada con una mochila de 8 kilos. ¿Alguien podría decirme cuánto pesará la cría? Lo digo porque según diversos expertos, el peso de la mochila que lleva un escolar debe estar entre el 10% y el 12%, siendo un 15% el máximo. Dudo que la niña pese 80 kilos, así que podemos asegurar que esa mochila supone más del 10% de su peso. Antes de que alguien salga corriendo a llamar a la Ministra de Sanidad, debo aclarar que hay más factores a tener en cuenta sobre las mochilas, como su tamaño, la ergonomía, la colocación, etc. Se trata sólo de un detalle curioso. Dejad que la chica vaya al colegio con su mochila de 8 kilos, que para algo desayuna Nutella.

Seguramente alguno pensará que lo que sucede en realidad es que pertenezco al lobby de Nocilla. Y lleva razón. Soy un consumidor tan fiel que hasta les he perdonado su anuncio con Bisbal.

Grandes sagas del cine. Rocky (y III)

Finalizamos nuestro repaso a la saga Rocky (partes i y ii de este mega-artículo, lo digo por lo extenso) con las dos películas que supusieron el término de la saga. Rocky ya se ha retirado por fin. Bueno, al menos está retirado durante casi todo el metraje de las películas.

En este último artículo comentaremos la 5ª y 6ª parte de la serie, que podemos llamar “coletazos” y que tienen bastante de nostalgia. Recuerden que estos comentarios contienen spoilers, así que ojito si no han visto alguna de las películas y quieren mantener la tensión.

Coletazos (años 90 y 2000’s)

En las entregas anteriores presenté las películas agrupadas de dos en dos, y cada pareja tenía ciertos elementos comunes: las dos primeras, más oscuras y callejeras; las siguientes más comerciales y luminosas. Las cuatro películas se estrenaron en un intervalo de 9 años. Cada nueva entrega aparecía 3 años después de su predecesora, por lo que podemos hablar con propiedad de que esto es una saga. En cambio, Rocky V se hace esperar hasta 1990 (5 años después de la anterior), y Rocky Balboa, el final de la franquicia (esperemos), no se estrena hasta 2006, nada menos que 16 años después de su predecesora. De hecho, transcurre más tiempo entre el estreno de Rocky V y Rocky Balboa que entre Rocky I y Rocky V.

De algún modo, las dos son un intento de cerrar la saga de una forma más o menos digna. Sólo que la primera vez no salió del todo bien y se intentó de nuevo.

Rocky V (1990)

Como el resto de películas de Rocky desde que apareció Rocky II, Rocky V comienza con los últimos momentos de la anterior entrega. Además, engancha con el momento de su regreso a los Estados Unidos. En algún momento el hijo de Rocky, que era un niño de unos 5 años, se ha convertido en un preadolescente de 12 ó 13 primaveras. Supongo que será alguna elipsis que se me pasó (o que esté mal hecha).

Se nota que en Rocky V se intenta volver a los orígenes después haber estirado tanto la saga. Rocky se encuentra arruinado y tiene que volver con su familia a los suburbios de Philadelphia, donde intentará vivir una vida sencilla. De hecho, aunque el guión lo firma Stallone, para la dirección se recupera a John G. Avidsen, director de la primera entrega. También se retoma la banda sonora épica de Bill Conti, esta vez sin temas pop rock como en Rocky III o Rocky IV.

De la misma forma, el boxeo deja de ser el elemento central de la película (las entregas de los 80 eran de mucho combate) para servir más de trasfondo. Así la trama muestra cómo Rocky y su familia intentan rehacer su vida ahora que Rocky ha perdido su fortuna y ya no puede seguir boxeando. Surgen así los conflictos: desde los intentos de Adrian por recuperar su antiguo puesto de trabajo a los problemas del hijo de Rocky en el colegio al ser objeto de bullying, aunque sin que lo graben en el móvil. Y como hilo conductor tenemos a un Rocky que no quiere apartar el boxeo de su vida, y que será el entrenador de un joven boxeador de Oklahoma (Tommy Gunn, interpretado por un boxeador real). Lo que permite generar tensiones del tipo “el boxeo es más importante para ti que tu familia”.

Se quiere recuperar el mensaje de denuncia que se quiso contar en un principio en la primera parte de Rocky: mánagers tiranos que se aprovechan de los púgiles, entresijos sucios en torno a un deporte, etcétera. Al final de la película, hay una pelea callejera entre Rocky y su pupilo (que lo abandonó por uno de eso mánagers tiranos), de la que sale victorioso, y de paso se reconcilia con su hijo. Nada como zurrarse la badana para recuperar el amor y el respeto de un hijo.

La película fue un fracaso en taquilla en Estados Unidos (tuvo que competir contra McCauly Culkin y Sólo en casa el primer fin de semana), aunque en el resto del mundo consiguió amortizar un poco el batacazo. También fue muy vapuleada por la crítica. Sin embargo, a pesar de no ser una película redonda, creo que se trató de un intento de cerrar la saga de una forma más o menos digna, renunciando a “un nuevo combate” a favor de un argumento más plausible, en el que Rocky se retira de una vez por todas (¿recuerdan que se iba a retirar en la primera entrega?).

Rocky Balboa (2006)

Cuando quisieron hacer una secuela de Los Inmortales, el resultado fue un bodrio de categoría. No obstante, como al final de la primera parte sólo había quedado un inmortal (ya lo decía la profecía: sólo puede quedar uno), intentaron buscar alguna justificación, y recurrieron a indagar en el origen de los inmortales, que resulta que eran extraterrerstres, en vez de venirnos con esas de “uy, que al final no, que nos habíamos dejado uno suelto y no nos habíamos enterado”. Años más tarde, Los Inmortales III, que sitúa la acción entre la primera y la segunda parte, recurre precisamente a eso, a un inmortal que se quedó atrapado en no sé qué cueva y que no había contado para eso de que tenía que quedarse uno.

Les cuento todo esto porque con Rocky Balboa pasa lo mismo. En Rocky V, aunque no fuera una peli brillante, Balboa se ha retirado y no se plantea volver al ring. De hecho, la única pelea que tiene es callejera. Pues van y hacen una nueva peli donde se cargan el único acierto que habían tenido en la anterior. Todo por no haberse cargado a Rocky en la pelea callejera de Rocky V como tenía pensado Stallone al principio.

La sexta entrega de Rocky se llama Rocky Balboa, de la misma forma que se recuperó la saga Rambo con John Rambo (posiblemente la saga en la que los títulos menos ayudan a saber de qué entrega se trata) un par de años después. Lo mejor de la peli es ver qué ha pasado con Rocky tras estos años: cómo regenta un restaurante italiano en el que cuenta sus batallitas y es un vecino más del barrio, junto con su cuñado, el eterno cascarrabias de Paulie. Vemos que además se ha quedado viudo, aunque Talia Shire aparece en algún flashback, así que imagino que Stallone pensó así el guión.

El argumento de la película es el que menos me convence. Las tensiones y conflictos que plantea (por ejemplo, con su hijo, o el personaje de la pequeña Marie, que viene a ser el rol de Adrian) no terminan de encajarme, y las vueltas de tuerca para justificar un regreso de Rocky al cuadrilátero son de traca. Piensen en que han pasado 30 años desde el primer Rocky. Balboa está cercano a los 60. ¡¡Y SE ESTABA RETIRANDO DESDE LA PRIMERA ENTREGA!! Ya se había jugado la vida incontables veces peleando, y un nuevo combate, aunque sea de exhibición, es demasiado. Además, después del bótox que se puso Stallone, está muy raro en pantalla, y parece que está más acabado de lo que en realidad está.

Total, que llegamos a un combate final en el que se nota el poder de los grandes grupos multimedia. En cualquier peli de Rocky, vemos un combate. Aquí vemos un combate por la tele (en concreto en pay per view en la HBO, que se note que han puesto pasta). Al final, Rocky aguanta en pie todos los asaltos. Se rodaron dos finales. En uno, el que descartaron, Rocky resulta vencedor. En el que escogieron para la película, Balboa abandona el cuadrilátero antes de que anuncien el ganador, que finalmente sería su rival, porque ya ha demostrado que era capaz de aguantar todo el combate, como en la primera parte. Todas las ovaciones son para Rocky, por supuesto. Incluso uno de los espectadores observa impertérrito, medio oculto por las sombras, mostrando gran respeto por el protro italiano. ¿Puede ser Iván Drago? Anda que no habría molado que apareciese Dolph Lundgren.

En conclusión

La saga Rocky tiene películas muy buenas. Tanto las dos primeras, más personales y dramáticas, como las ochenteras, muy entretenidas y divertidas, funcionan estupendamente como películas aisladas. Sin embargo, debido a cómo se plantea la primera parte, resulta muy inverosímil alargar una saga como se hizo con Rocky, y los argumentos para justificar la permanencia de Rocky en el ring a veces se van de madre.

Tal vez, si Rocky V hubiese funcionado mejor como película, habría sido un buen cierre de la saga, situándola cerca de sus orígenes, y podría haber resultado una serie redonda. Pero tras el fracaso de la quinta entrega, intentarlo de nuevo tantos años después fue rizar el rizo.

No obstante, la saga Rocky nos ha dado grandes momentos del cine, y su protagonista ha pasado a ser una leyenda.

Me presento a los premios Bitácoras 2011

Como ya hice el año pasado, tengo la intención de participar en los Premios Bitácoras 2011. Y aunque últimamente el número de visitas del blog es bastante bajo, a lo largo del año El tahúr manco ha ido creciendo en notoriedad y confío en que estos premios me ayuden a recuperar un poco de visibilidad, independientemente del resultado.

Para participar necesitáis ser usuarios de la web bitacoras.com, pero no vale registrarse ahora con el único propósito de poder votar. Si no sois usuarios, podéis loggearos en la página a través de Facebook o Twitter. En la página de votación podéis escoger hasta 5 blogs por categoría. Tranquilos, no hace falta que rellenéis todas las categorías. El sistema irá registrando vuestros votos, así que podéis volver a entrar las veces que haga falta para otorgar nuevos apoyos a otros blogs. El plazo para votar finaliza el 1 de noviembre. Después, será un jurado elegido para la ocasión quien elija a los ganadores entre los finalistas de cada categoría.

Para estos premios no es necesario inscribirse (el primer paso es recibir un primer voto), por lo que no me he registrado formalmente en ninguna categoría. Sin embargo, en caso de que queráis votarme, prefiero que lo hagáis en la categoría de blog cultural en primera opción, y en segunda opción como blog personal (se puede votar una misma bitácora hasta en dos categorías distintas). Si os resulta más fácil, podéis hacerlo directamente a través del botón que he dejado en el menú lateral. Eso sí, tenéis que estar loggeados previamente, y una vez que el botón os redirija a la página de bitácoras, tenéis que validar la votación para hacerla efectiva.

Hace dos años, Blogoff publicó una entrada pidiendo que NO le votaran en estos premios, ya que por entonces su blog era suficientemente conocido y él opinaba que estos premios deberían servir como forma de obtener la visibilidad que a veces tanto nos cuesta conseguir, bien por ser proyectos nuevos, bien por falta de contacto. Así pues, y con el permiso de ilustres como Mi mesa cojea, Amazings, Escolar.net, Enrique Dans, La Aldea Irreductible o Think Wasabi entre otros, creo que los mencionados son blogs que ya tienen un reconocimiento y notoriedad más que suficientes, y que en cambio hay otros proyectos muy interesantes que merecen la oportunidad que le brindan estos premios.

Gracias a todos de antemano.

Grandes sagas del cine. Rocky (II)

Continuamos con este repaso por la saga Rocky que empezamos en la anterior entrada. Rocky, que iba a retirarse en la primer parte, parece ser que se ha olvidado de que ya tiene una edad para esto del boxeo, de que estuvo a punto de perder un ojo en su primer combate contra Apollo y que corrió un gran riesgo peleando contra él por segunda vez.

En este artículo repasaremos las dos entregas más comerciales.

Los años 80

La tercera y cuarta parte de Rocky se estrenan en los 80, y como tales rebosan del espíritu de esa década. Son más alegres, mas pop, más comerciales… más luminosas en definitiva. Su duración es menor que las de sus predecesoras (de los 120 minutos que dura Rocky pasamos a los 99 de Rocky III y los 91 de Rocky IV). Además, su ritmo se hace más ágil cuando al score de Bill Conti se le añade una soundtrack rockera de la mano de Survivor entre otros.

Por su parte, ese patito feo que era Adrian está cada vez más guapa y glamurosa, y su hermano Paulie se muestra más gruñón, envidioso y hostiable que nunca.

Rocky III (1982)

Creo que Rocky III es la primera peli de la saga que vi. La alquilamos en vídeo en casa, con el estreno de Rocky IV aún reciente en España y posiblemente todavía no disponible en vídeo. Ya saben que antes las películas tenían un ciclo mucho más largo que ahora, que a los 4 meses de salir en sala ya están en DVD (el tráfico por internet lo dejamos aparte). Por eso es la que recuerdo con más cariño. Además, es el perfecto ejemplo de una peli de la saga Rocky.

Como la trama del enfrentamiento Apollo/Rocky ya no da más de sí, hay que buscar otro malo para la película. Así, la cinta arranca con un montaje en el que se ve cómo Balboa defiende con éxito el título en varias ocasiones duante tres años, al tiempo que se convierte en un personaje popular y con pasta. Todo esto al ritmo de Eye of the tiger.

Paralelamente, un boxeador amateur, Clubber Lang, comienza a escalar puestos en el ránking. Lang es un nuevo Apollo (que ya no está doblado por Constantino Romero en la versión en castellano, qué lástima), pero esta vez, malo hasta la médula. Porque Apollo, aun siendo el antagonista, tenía cierto honor en sus actos, y peleaba deportivamente. Clubber Lang es chulo, prepotente, antideportivo,  pelea de una forma un poco sucia en ocasiones, y es un bravucón de tomo y lomo. Hasta se atreve a increpar a Rocky en un acto público (cuando inauguran una estatua suya en Philadelphia) para retarle a un combate, y de postre le dice a su mujer Adrian que le podría demostrar lo que es un hombre de verdad. No sé ustedes, pero eso en mi barrio es pelea. Y en el de Rocky, por lo visto, también. Pero puestos a pegarse, mejor se organiza un combate y tal.

Y como Rocky, en efecto, no es tan buen boxeador, pierde en el segundo asalto. Pero tenemos excusa: estaba más pendiente de la salud de Mickey (no, el ratón de Disney no, el viejo que le entrenaba), que en efecto la palma poco después, y para nuestra sorpresa descubrimos que no era irlandés sino judio. ¡Y todo por culpa de un ataque al corazón que le ha provocado en propio Lang! ¿Se puede ser más malo? Es Aída Nizar en versión negra y con guantes de boxeo.

Aprovechando que Rocky vuelve a estar “en lo más bajo”, volvemos a ver una historia de superación a través del esfuerzo y de recuperar la confianza perdida. La película juega muy bien sus cartas.En primer lugar, recupera el personaje de Apollo y lo convierte por fin en uno de los buenos. Y de qué manera: será Apollo quien entrene a Rocky tras la muerte de Mickey para que el potro italiano recupere el título (¿pero no nos íbamos a retirar?), como si fuera un sensei en una peli de artes marciales, un guerrero que tras retirarse decide transmitir sus conocimientos al joven padawan. De paso, el film aprovecha esta circunstancia para cambiar de aires y llevar a los dos púgiles a entrenar a Los Ángeles, donde protagonizarán memorable escenas homoeróticas mientras corren por la orilla de la playa con camisetas de tirantes fashion.

Otras grandes bazas de la peli son la banda sonora pop-rock para acompañar estas secuencias y la presencia de celebrities como Hulk Hogan (al que aún tendríamos que esperar a los 90 para conocerle en España, cuando Tele 5 empezó a emitir Pressing Cacht), que interpreta a un luchador de Wrestling un poco fanfarrón pero de los que al rato es super colega, y que aparece en un combate de exhibición. Por su parte, a Clubber Lang lo encarna Mr. T, que tras Rocky III inició una breve carrera en el boxeo, luego se pasó al Wrestling, y acabó interpretando a  B. A. Barracus (Bad Attitude, de ahí que en castellano se llamase M. A.) en El equipo A.

En cuanto al combate final, Apollo le ha enseñado a Rocky la importancia de la rapidez, algo que ya sabía Ten Shin Han en Dragon Ball. Además, le transmite una poderosa arma que sólo conocen él y Fiti el de Los Serrano: la mirada del tigre. Total, para que el combate Rocky se limite a recibir hostias, como siempre, para cansar al oponente y tumbarlo en el último asalto.

A pesar de todo, es una de las mejores partes de Rocky. Una peli de boxeo (es en la que se ven más combates) con buen ritmo y entretenida de ver. Personalmente, es una de mis favoritas.

Rocky IV (1985)

¿Cómo podemos alargar una saga donde cada película es básicamente lo mismo que la anterior? Fácil: “…y esta vez, es personal”. Vale, pero volver a sacar a un boxeador que reclama su oportunidad de pelear el título contra Rocky va a ser como repetir Rocky III. No pasa nada, para algo estamos en plena etapa Reagan y se han reavivado las tensiones de la Guerra Fría. Qué mejor que poner como malo a un ruso, que por entonces eran soviéticos. Sí, ya saben, de los de la U.R.S.S.

Pues allá que vamos. Rocky, está pensando (otra vez) en retirarse, por eso de la edad. Sin embargo, un petit comité del otro lado del Muro se da una gira por yankilandia para promocionar lo fornidos que son sus atletas. Ahí tenemos al malo: el capitán Iván Drago, un militar que es medallista olímpico, y al que encarna Dolph Lundgren. ¿Un sueco (nórdico) encarnando a un ruso (eslavo)? Peores cosas se han visto en Holywood. Curiosamente, Brigitte Nielsen, entonces esposa de Stallone, interpreta a la mujer de Drago. Aunque bueno, lo que se dice tensión sexual no hay mucha. El comité de Drago presume de cómo la ciencia y la tecnología han ayudado a perfeccionar los métodos de entrenamiento para así crear a este superhombre, y que de no ser porque la U.R.S.S. no está dentro de las organizaciones internacionales de boxeo, quizá los yankis no tendrían la hegemonía en este deporte.

El desafío lo recoge Apollo, a pesar de que él sí se ha retirado, que pelea contra Drago en un combate de exhibición. El combate se celebra en Las Vegas, y la presentación incluye espectáculo patriotero, de esos que tanto les gustan a los yankis, con actuación de James Brown incluida: Living in America. Comienza la pelea y al principio Apollo baila alrededor de Drago, intentanto hacer ver que ha recuperado la forma… hasta que Drago le calza el primer hostión. Lo que sigue a partir de ahí es un palizón en toda regla que termina la forma más dramática posible, con la muete de Apollo en el ring. ¡Se cargan a Apollo! ¿Pero cómo tiene tanta mala leche Stallone como guionista? ¿Se la tenía jurada a Carl Weathers por algo o qué?

Así que Rocky acepta pelear contra Drago en un combate que contará por la disputa del título… y esta vez, es personal. Rocky viaja a la gélida U.R.S.S. y comienza un entrenamiento en un entorno hostil y helado que podría dar lugar a infidad de chistes sobre vascos. Todo ello acompañado del entrenador del difunto Apollo y del gruñón Paulie, y con la partitura de Bill Conti así como el tema Hearts of fire de John Cafferty. El paralelismo entre los métodos de entrenamiento de los dos púgiles es muy divertido. Ciencia versus naturaleza, para que reflexionen.

Al final, Rocky consigue vencer la pelea usando su táctica habitual: aguantar hostias como panes hasta el final para luego poder pegar cuando el rival está agotado. Hasta el hostil público (incluido un supuesto Mijaíl Gorbachov) acaba rendido ante el italiano americano.

La película fue la más taquillera, que no la más rentable, de la saga tanto dentro como fuera de Estados Unidos, y es la película de boxeo más taquillera de la historia. El excesivo patriotismo y un contexto hoy desaparecido le ha pasado factura. Aquí tampoco funcionó mal, aunque todo ese americanismo nos chirriase un poco. Además, los rusos no eran tan malos a nuestros ojos, y por entonces vivíamos en una época muy progre, que hasta los programas infantiles contenían alegatos anticapitalistas. Política aparte, la cinta es igualmente muy entretenida y se deja ver gracias a su ritmo y su banda sonora.

En la próxima entrega, la conclusión de la saga Rocky. Ya la tenéis disponible.

Grandes sagas del cine. Rocky (I)

El año pasado, una cadena de televisión puso todas las películas de Rocky (menos la sexta y última entrega), lo que me permitió revisitar la saga con algo de continuidad. Me di cuenta entonces de que si bien las películas por separado son muy disfrutables y divertidas (cada una a su modo), como saga resulta un poco desconcertante. En primer lugar, porque Rocky está a punto de retirarse desde la primera película, lo mismito que Danny Glover en Arma letal. En segundo, por el curioso estilo de boxeo de Stallone, que no se cubre nunca y gana los combates a base de aguantar mamporros y cansar al rival, tal y como hizo Homer Simpson en un episodio de la serie. Y así consiguió el título de los pesos pesados y lo defendió exitosamente, hoygan. Y en tercero, por esa extraña continuidad temporal, en la que cada película empieza justo despues de la anterior, pero donde el hijo de Rocky crece a pasos agigantados.

Vamos a recorrer esta maravillosa saga en tres entregas: los años 70, los años 80 y los coletazos posteriores. En cada entrada comentaré jocosamente dos películas, con poca documentación (casi toda de la Wikipedia, para qué mentir) y mucho de visión personal. Supongo que a estas alturas, no le esté haciendo spoiler a nadie.

Años 70. Las primeras entregas.

Los dos primeros capítulos de la saga Rocky tiene un tono algo más dramático, más callejero, y aún no tienen las claves distintivas de lo que sería la serie en la que se convirtió (aunque Rocky II ya fija algún que otro estándar de la franquicia). De momento, estamos ante un drama con el boxeo como trasfondo que cosechó un notable éxito y una segunda parte para aprovechar ese éxito y de paso darle al espectador lo que no pudo ver en la primera.

Rocky (1976)

Sylvester Stallone desarrolló un guión inspirado en un combate real entre Muhammad Ali y Chuck Wepner que impresionó a dos productores de Hollywood. Aunque se cambiaron algunas cosas, la película fue llevada a cabo, con un bajo presupuesto, y se estrenó en 1976. Finalmente la protagonizó el propio Stallone, que entonces era poco conocido (faltaban años para que encarnase a su otro gran héroe, Rambo). Para la dirección, escogieron a John G. Avildsen, quien luego dirigiría las pelis de Karate Kid (las buenas, las que sale Ralph Macchio y Pat Morita).

La película es más bien un drama con el boxeo como trasfondo que una peli de boxeo propiamente dicha. Es la historia de un boxeador amateur (que aunque no es malo, no es ninguna promesa), que recibe una inesperada oportunidad. El campeón del mundo de los pesos pesados, Apollo Creed (Carl Weathers, doblado por Constantino Romero), pretende celebrar para el bicentenario de la ciudad de Philadelphia, en 1975, un combate entre él y Rocky, que valdría para el título. A partir de entonces comienza a recibir el apoyo, muchas veces interesado, de su entorno.

Es quizá una de las películas que más se distingue del resto de la saga, por la obvia razón de que se trataba de un drama del que no se esperaban secuelas. Por encima del boxeo, está la historia de un tipo que no está seguro de querer ni merecer la oportunidad que le han dado. Estamos hablando de un boxeador de treinta años, cuya carrera pugilística no puede durar mucho más (quédense con este dato para el futuro, por favor). Hay momentos de gran tensión, por ejemplo la discusión entre Rocky y su entrenador Mickey. Y sobre todo, hay personajes memorables, como Adrian, ese patito feo que a lo largo de la saga tendrá una evolución de libro; y Paulie, el hermano de Adrian, uno de los personajes más hostiable y adorables al tiempo, un eterno segundón, que quiere aprovecharse de los que destacan (desde el principio, le está dando la brasa a Rocky para que le hable de él al mafioso local), pero que también es un envidioso (como en Rocky III) y que se enfada porque no quiere ser el mantenido de nadie.

Aunque se cambió el final escrito por Stallone, dentro de lo que cabe se mantuvo cierto “realismo”. Rocky es derrotado en el combate, pero logra aguantar en pie los 15 asaltos, que era lo máximo a lo que podía aspirar. Si se hubiera sabido cubrir, podría haber ganado y todo. La peli termina con ese escueto diálogo entre Apollo y Rocky (“No habrá revancha”, “No la necesito”, se dicen el uno al otro) y el mítico grito de “Adriaaaaan” mientras ella se acerca, todo ello con esa fantástica partitura de Bill Conti de fondo.

Rocky II (1979)

Si bien la primera entrega de la franquicia no fue la más taquillera, fue la más rentable: con un presupuesto de 1,1 millones de dólares, recaudó 200 millones en todo el mundo. ¿Cómo no hacer una segunda parte? Sylvester Stallone se volvió a encargar del guión y además la dirigió, como casi todas las restantes. La continuación de Rocky llegó en 1979, una época donde las secuelas tenían números romanos.

La peli empieza con un elemento que sería distintivo en toda la saga: los últimos minutos de su predecesora. Después del brutal combate, Rocky y Apollo van derechitos al hospital. Se han dado una considerable paliza el uno al otro, y el peor parado ha sido Rocky, que se salva de milagro de perder un ojo, y no debe volver a pelear si quiere conservarlo.

Sin embargo, las cosas no son tan fáciles. ¿Se acuerdan de que en la primera parte los dos púgiles habían dicho “No habrá revancha” y “No la necesito”? Pues Apollo no ha salido del hospital y ya ha cambiado de idea. Quiere otro combate con Rocky sí o sí. La razón, como más tarde justificaría Apollo, es que le ganó pero no le venció. Quiere una victoria por K.O. Evidentemente, Rocky no está por la labor y su intención es retirarse del boxeo (ya lo dije al principio, se está retirando todo el rato). El guión justifica con relativo convencimiento el cambio de opinión de Rocky para que finalmente acepte. El potro italiano ha conseguido cierto estatus económico con el primer combate que es incapaz de mantener, y además espera un hijo con Adrian. La prensa se encargaría del resto.

Después, ya saben lo que tocan: entrenamiento, espíritu de superación, carreras por el barrio y terminar con una subida triunfal por las escaleras del Museo de Arte de Philadelphia, los Rocky Steps. El combate, otra somanta de palos de 15 asaltos, esta vez terminará con la victoria in extremis del potro italiano, que se proclama campeón del mundo.

Si bien es cierto que como secuela de Rocky, Rocky II es el primer ladrillo de la saga que iba a construir, esta segunda parte es al fin y al cabo una revancha para el espectador. Es el desquite del quiero y no puedo de la primera parte, el ver por fin a Rocky ganar el combate. Dentro de lo que cabe, la peli mantiene el tono de su predecesora, no como las dos que vendrían a continuación…

Pero eso lo podrán leer en la siguiente entrada.