Estos días, el municipio manchego de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) ha esado en boca de muchos debido a la suspensión de un concierto de Javier Krahe ante las presiones de la Iglesia y grupos católicos. El concierto tiene pensado celebrarse mañana día 21 de junio en el patio de La Alhóndiga (casa de cultura donde también está la biblioteca municipal). Se trata de un espacio público que gestiona el Ayuntamiento y que se había cedido a la Asociación Cultural Luciérnaga, organizadores del evento. Leí en Twitter que a pesar de todo el concierto va a celebrarse según lo previsto.
ACTUALIZACIÓN: Mientras edito esta entrada, justo antes de publicarla, leo en el Facbook de la Asociación Luciérnaga que el concierto se traslada a un local de propiedad privada (una discoteca). Al no ser te carácter público, el Ayuntamiento no puede prohibir el evento.
Muchos habréis visto los vídeos emitidos por los informativos de La Sexta y el info-show conducido por Wyoming El Intermedio. La gentes de Infantes no dejan de ser entrañables, incluso los personajes más ultracentristas como el que entrevista el periodista Fer González Gonzo en su vídeo en último lugar.
Todo este revuelo a propósito del concierto de Krahe ha venido sin duda por la atracción mediática que ha tenido en las últimas semanas con motivo del juicio que se celebró recientemente, y en el que, gracias a Dios, ha quedado absuelto de los cargos de los que le acusaban. De no haber sido por esto, la Iglesia no habría puesto el grito en el cielo. Como mucho, le habría molestado que trajeran a «otro de esos artistas rojos a cantar». De lo que sí estoy seguro es que el alcalde se habría hecho la pertinente foto para aparecer luego en el periódico local.
Para los que no lo sepan, soy de origen infanteño. Paso allí varias semanas al año y participo, en la medida de lo posible, en la vida cultural de Infantes. Hace ahora diez años, también durante el mandato del Partido Popular (aunque con un alcalde diferente), presenté una novela juvenil titulada Vade Retro! Se trata de una novela corta (155 páginas) de lo que podríamos llamar terror-teen, y que transcurre precisamente allí, en Villanueva de los Infantes. En ella, un grupo de jóvenes tonteaban con ouijas, intentaban emular misas negras y, como mandan los cánones del género, había alguna que otra muerte.
El arma del crimen. Soy culpable de todo menos de la portada.
Es una novela con muchas carencias y que está lejos de ser un best seller o un clásico de la literatura. En cualquier caso, presenté la novela en el patio de La Alhóndiga (donde se celebrará iba a celebrar el concierto de Krahe) dentro de unas jornadas literarias que organiza precisamente la Asociación Cultural Luciérnaga. Era la jornada de clausura y el alcalde estuvo presente. Compartimos mesa durante unos minutos e incluso bromeó con el argumento de la novela. El libro vendió apenas un centenar de ejemplares, la gran mayoría en Villanueva de los Infantes. Según escuché, no era habitual que tantos chavales comprasen un mismo título, ni siquiera los libros que tenían que leerse para el instituto.
Y yo viví mis 15 minutos de fama. Y nadie tuvo la más mínima queja, por mucho que los adolescentes comprasen semejante material incendiario. Todos sabían que se trataba de una novela, sin otro objetivo que el de entretener, y que intentar hacer los rituales improvisados que hacían los protagonistas sería, cuanto menos, una estupidez.
Así que déjense de ofensas hacia los sentimientos religiosos y demás gaitas. Mi novela resultaría mucho más ofensiva que las sátiras de Krahe. Pero claro, y no soy famoso.